"Costa soñada"

                       Se aproximaba el momento de conocer lo que todo viajero recomienda a otro,cuando visita Italia, la COSTA AMALFITANA,  hacia allá iba .Pasaría las noches en SORRENTO,para trasladarme,durante el día a los principales pueblitos que mirándolos sobre un mapa, parecen entrelazados.

Llegué a Nápoles y haciendo carretera,empezó a acompañarme visualmente,una gran formación montañosa, de aspecto conocido, pero,no deseaba que el chófer, obviamente italiano descubriera mi ignorancia, no pregunté, lo averiguaría . En pocos minutos llegando al hotel y abriendo las ventanas de la habitación allí estaba lo que no había registrado , lo que casi había tocado con las manos, el Monte Vesubio.

Permanecí soñando rodeada de ese mar que siempre maravilla, con una marina,imponentemente blanca por las embarcaciones,que descansan sobre el Golfo de Nápoles acompañada de coloridos restaurantes para cenar salpicada por el suave oleaje.

El lugar dónde pasaría las noches era privilegiado, no me hubiese movido de allí durante el transcurso de la estadía .
Sorrento,  sitio mágico, dónde los navegantes de la antiguedad, naufragaban,empujados contra las rocas costeras,forzados por la mística leyenda de bellas sirenas, mitad mujeres y mitad peces que los atraían con su llamado.
Sorrento, que fué un poblado de origen griego, próspero durante el período Imperial Romano atrajo   residentes favoritos por su natural belleza a Augusto y Tiberio.
Es dificil,describir la disposición urbanística que hace éste lugar distinto a todos. Pareciera
un edificio de  dos plantas. En la baja la marina con los barcos de traslado al resto de las costas,  anclados muy cerca de las tentadoras playas que el turista  disfruta, en la alta la colorida ciudad, el  corazón de Sorrento aún con trazado octogonal de las calles romanas y amuralladas del Siglo XVI.

Escalinatas  o  ascensor,cavados en un acantilado virgen,conectan la subida hacia el centro de la ciudad que desemboca en  una terraza natural dónde también hubiese permanecido eternamente observando, asomada a sus barandillas el sitio,que minutos antes había dejado.
Ese centro de reunión atrapa cada tarde y desborda de turistas,deseosos como yo,de llevarse tanta belleza y atenciones del amable sorrentino.Es una plaza central  exquisitamente ambientada por una imponente vegetación. Cafecitos servidos con sin fin de bocadillos y exquisitos tragos.

Callecitas de compras  angostas y abigarradas de artesanías con sin fin de recuerdos y bebidas como el famoso "Limoncello", por demás tentador envasados en botellas exóticas de variados y contorneados modelos y tamaños para traer en las maletas.

 El encanto se multiplica cuando anocheciendo las luces cambian la visión del día.
 Desciendo nuevamente a la marina a culminar el éxtasis desde mi ventana observando "El Vesubio"  implantado en la base de Nápoles que totalmente iluminado lo engrandece aún más.Y la luna sobre el mar y los barcos y la música que siempre viene a los oídos ".Torna a Sorrento"  acompañada por emoción y lágrimas,deja un sabor en el alma,para siempre recordarlo.

Liliana Clarisa Gavrieluk.