Sin sospecharlo, desde entónces nacerían días colmados de innumerables e insólitas sorpresas, aventuras y recuerdos imborrables.
Había llegado a Suiza la noche anterior sin mucha información antropológica, solo sabía que iría hacia los Alpes suizos, a Zermatt, localidad muy pequeña y turística situada en el fondo del Valle del Cerviño, montaña y glaciar en forma de pirámide, una de las más famosas de Europa,frontera con Italia.
Preparando mi equipaje de traslado, recibo una indicación precisa e insólita, llevar conmigo solo un pequeño bolso de escaso peso,el resto del equipaje quedaría en el hotel base de mi viaje. Así partí obedeciendo el pedido hacia un diminuto pueblo donde ocupando un tren a cremallera* que escala lentamente 50 km. hasta los 1.608 metros, llegaría a destino,Allí comprendi lo del ligero equipaje.
Ese moderno transporte formado de escasos vagones pintados de un rojo intenso, me produjo curiosidad e impaciencia por abordarlo para sentir la inclinación de su trepada.
Apenas inicié el trayecto dejando atrás una gran armadura metálica que oficiaba de estación ferroviaria, entré al mundo mágico que caracteriza a la campiña suiza, observándola subyugada a través de las ventanillas del convoy. Cascadas con aguas cristalinas como espejos, salpicaban las montañas y descendían velozmente para formar correntosos ríos;viviendas de oscura y rústica madera, pequeñas e impecables construídas por los pastores que crían blancas ovejas y Castillos de se
ñores feudales rodeados de prolijas pasturas y flores multicolores nacidas del clima más hermoso del año. Estos soñados escenarios que iba registrando, provocaban anímicas, vibrantes y sensoriales variables de perfumes y colores que la naturaleza imponía colmando mi alma.
Descendiendo del tren, a escasa distancia, aparece la pequeña comuna y sus encantadoras calles y espacios tradicionales, confortables y acogedores, mezcla que los suizos dominan con maestría. Desde cada una de ellas dominándolas, aparece la gran mole del luminoso Cerviño con sus 4.478 metros como acompañando el recorrido de cada visitante.
Un escenario de pastura atravesada por senderos salpicados de pequeños lagos y casitas construídas de rústicos leños, conviven con los mejores restaurantes y tiendas del lugar.Sobre las verdes paredes de pinos que cubren la parte alta del valle, descubrí lo fascinante de este mundo que en invierno buscan los amantes del esquí; la nieve.
Rápidamente imaginé el disfrute que este lugar sin agitación me brindaría al caminarlo, la prohibición de vehículos que utilizan combustible dan seguridad al transeunte provocando un escenario puro, diáfano y descontaminado.
Luego de esa rápida mirada debía instalarme en el hotel asignado. Allí, a sus pies, otra sorpresa indescriptible me esperaba, no solo por la altísima estructura alpina rodeada de apretada vegetación sino por la decoración interna cómoda y lujosa, aventurera y salvaje. Cabezas de animales de caza mayor, cubrían las paredes de algunos ambientes, dónde hogares a leña y apoltronados sillones se dispersaban a mi alrededor, seguramente utilizados en invierno por los esquiadores que permanecen varios días en Zermatt practicando su deporte favorito.
Fue un viaje maravilloso y perfecto el cual merecía típico final , así lo hice en una rústica y abrigada cabaña degustando la humeante y apetitosa fondeu de sabrosos quesos comida original del país donde estaba.
Cantos, risas brindis, abrazos de despedida coronaron el éxtasis de haber descubierto Zermatt , cautivante y suntuoso lugar en los Alpes Suizos.
*Cremallera: Riel con dientes en los que encaja una pieza que permite a algunos trenes a subir y bajar pendientes.
Liliana Clarisa Gavrieluk.
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