domingo, 9 de agosto de 2015

"Magnífico y flotante".

          Había decidido experimentar un viaje en Crucero.Grandes expectativas y dudas me generaba la idea.Entre otras,cómo permanecería demasiados días navegando sin pisar tierra firme.Pero como me agradan los desafíos,concreté el proyecto.
          El itinerario elegido me interesaba.Conocería varias islas brasileras a las cuáles no se puede arribar por otros medios,ya que están ubicadas en medio del mar.
          Llegó el día de iniciar la aventura,la cual comenzó junto a una multitud de pasajeros que esperábamos
ansiosos para ingresar a la "mole"impecablemente blanca que nos aguardaba.
          La extrema organización y amabilidad de los tripulantes,hizo que en poco tiempo todos abordáramos.Las amplias y confortables instalaciones que el buque ofrecía en su interior calmó mis
espectativas,era un mundo de colores y formas bellísimos,al igual que el camarote externo elegido para contemplar amaneceres.
          En pocos minutos advertí los preparativos de la partida, la ubicación ideal para vivirla intensamente sería desde el puente mas alto del barco.Allí escuché claramente la puesta en marcha de motores,observé el humear de las chimeneas y el lento alejamiento del puerto que abandonábamos.
          Con previo aviso,visitaríamos el primer destino,Ilha Grande,frente a Río de Janeiro en Angra Dos Reis..Descendimos en el muelle de Abraao,dónde nos esperaba una típica goleta brasileña para navegar
hasta "Laguna Verde"..Isla virgen rodeada de exótica naturaleza.Dos arrecifes la forman.Laguna de aguas cristalinas,abundantes corales verdes,tortugas acuáticas y peces de extrañas
formas y colores,que en pocos minutos nos rodearon curiosos al zambullirnos al agua desde la embarcación..
Esa laguna que nos esperó para refrescarnos y ofrecernos el mejor regalo a los sentidos parecía tomar vida al sentir el placer de los que allí nadábamos.
          Pero nos esperaba nuevamente la goleta,igualmente movilizadora y extrañamente placentera. Continuaríamos atravesando el mar,descubriendo otras islas escasamente pobladas pero igualmente sorprendentes.
          Se aproximaba el siguiente paraje.Una deseada playa,Maguariquissaba,de arenas blancas,mar plano como espejo y aguas cálidas.Rodeada por añeja y densa vegetación,sólo salpicada por el colorido de algunos rústicos restaurantes.Tarde ideal para permanecer dentro de ese mar que nos invitaba.
          Caía la tarde,estaba pronta la pequeña goleta y finalmente nuestro barco,dónde disfrutaría una exquisita cena y el posterior merecido descando.
          Los días se fueron sucediendo entre nuevas islas,experiencias y aventuras.Goletas más veloces,botes inflables para desembarcar en costas totalmente desoladas.Como la playa deJabaquará,en Ilhabela dónde el ecosistema y la abundancia de agua proveniente de cascadas,propician el habitat de un pequeño insecto "borrachudo",que deleitándose con mi abultado físico,no lo abandonó ni sumergida totalmente en el agua.

          Pocas horas quedaban para dejar la playa y visitar el centro de la ciudad.Ilhabela,hermosa y colorida Conserva un espíritu primitivo que invita a permanecer recorriéndola pausadamente.Pero el crucero ya partía.
          Mañana volveré para continuar la travesía,cuándo se inicie el día y desembarquemos nuevamente.


Liliana Calrisa Gavrieluk.         
  

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