"Oculto entre verdes valles"

                               El calor intenso venía acompañándome durante este viaje a Italia , aún faltaban algunos kilómetros para llegar al sitio elegido que deseaba conocer, SAN GIMIGNANO,en el corazón de la Toscana,ubicado entre Siena y Florencia.Un pueblito pequeño de origen medieval,que en esos tiempos del Renacimiento era lugar de pausa en la marcha de peregrinación hacia Roma.
San Gimignano,famoso por sus torres, costumbre arraigada en todo pueblo toscano del medioevo,  construídas por familias adineradas que competían entre sí,por la erección de las más altas.simbolizando el poder y la riqueza que poseían.
El autobús transitaba pausado por una carretera bordeada de coloridos bosques, cipreses,castaños,robles y encinas, salpicados,en tramos por ordenados cultivos de vides oscuras.

Ascendiendo hasta lo más alto de las colinas, disfrutando un paisaje increíblemente calmo, pude divisar,en el horizonte el pueblo amurallado que esperaba.
Pueblo fundado en el Siglo III A.C.por los etruscos, aunque sus documentos históricos,comienzan en el Siglo X,cuándo adopta el nombre del Obispo San Geminiano,que lo había defendido oportunamente de Atila., Rey de los Hunos.
Por entónces, la ciudad desarrolla y mejora gracias al comercio de producción agrícola de las siempre fértiles colinas que la rodea. Floreció,hasta el 1348,año en que la Peste Negra afectó a toda Europa y obligó a esta población a someterse a Florencia,repitiendo el caso de Siena.
San Gimignano,con la decadencia sufrida se convirtió entónces en un centro secundario, hasta el Siglo XIX,cuándo su categoría  turística y artística,comenzó a reconocerse y difundirse.
Por ese reconocimiento, llegué allí ,e ingresé a  través de ese imponente pórtico de entrada

a lo sorprendente, al retroceso del tiempo grabado en cada piedra con la que está construído.Piedras en calles, escalinatas,  viviendas

y en sus imponentes 14 torres que conserva intactas de las 72  iniciales.Ellas se elevan entre los tejados a diferentes alturas y cercanías, .demostrando la intencionalidad de sus originarios propietarios,la rivalidad.

San Gimignano,  a diferencia de otras ciudades,como Florencia,dónde la mayoría de sus torres cayeron por guerras,catástrofes naturales o renovación urbana, las conserva y se han convertido en símbolo internacional.
Caminé extasiada por callecitas, pasadizos y terrazas

espiando a las artesanas lugareñas que aprovechando la luz del día, elaboraban finos productos junto a sus ventanas. Mujeres ceramistas, bordadoras o costureras.

Y sus hombres?, dedicados a la tradición que desde el Siglo XIII sorprende al mundo entero, la elaboración del vino CHIANTI. Tradición vinícola de la Toscana desde el asentamiento etrusco, restos de ánforas de la región y referencias literarias de origen griego, lo demuestran.
El Valle de Chianti...

allí muy cerca de San Gimignano, en la Italia de ensueño, dónde otros pueblitos con techos de terracota y viñedos que hilvanan colinas bañadas por el sol, se ocultan con atractivos similares a este famoso valle,que desde la caída del Imperio Romano y durante toda la Edad Media,sorprende  por la calidad de sus vides incomparables al resto del mundo.

Las uvas de Chianti dan,los mejores vinos, apreciados más allá de las fronteras nacionales.
Muchos fueron los gratos momentos de este soleado día, San Gimignano y su historia. El Valle de Chianti,  con aromas, buena mesa y arte propio.
Caía la tarde, momento de regresar, Florencia esperaba  mi merecido descanso y  el incio de un nuevo y emocionante día.


Liliana Clarisa Gavrieluk.